Sigrid es una jubilada alemana que vive en Berlín con apenas seis euros al día. Es lo que le queda tras pagar el alquiler y los gastos fijos. En la principal potencia europea, su caso revela la realidad de una tercera edad sumida en la pobreza en la que conviven miles de alemanes y cuya previsión se podría agravar de cumplirse los peores presagios.
Según el Instituto Alemán de Investigación Económica de Berlín (DIW), la mitad de los trabajadores germanos que actualmente cuentan entre 55 y 64 años carecerán de fondos para mantener un nivel de vida digno tras su jubilación. Una proporción que dista mucho de los planes del gobierno federal que antes de verano presentó una subida de las pensiones para este año del 3,2% en el este del país y del 3,4% en el oeste y que se ha puesto manos a la obra para asegurar el incierto futuro de la renta de sus pensionistas.
Medidas del todo insuficientes para los investigadores del DIW que estiman en unos 700 euros la cuantía que de promedio le falta a cada persona para poder financiar su jubilación. El instituto advierte incluso que si muchos de los afectados no echan mano de la propia previsión privada, el porcentaje de perjudicados podría elevarse desde la mitad hasta el 63%.
Unas previsiones que, en su conjunto, han llevado a este organismo a disminuir en seis puntos porcentuales el nivel de las pensiones germanas, del 48% al 42% para los próximos 25 años.
Las cifras encubren una más que segura y dramática realidad: millones de alemanes no podrán ni costearse el pago de su vivienda y según el estudio, las personas mayores tendrán que gastar más en sanidad o la atención a largo plazo. Es por ello que los investigadores del DIW están a favor de estabilizar el monto de las jubilaciones.
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