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14 diciembre, 2017

Preventing Ageing Unequally – OCDE – Octubre 2017

Este informe examina cómo las dos megatendencias mundiales del envejecimiento de la población y el aumento de las desigualdades se han desarrollado e interactuado, tanto dentro como a través de generaciones. Tomando una perspectiva de ciclo de vida, el informe muestra cómo se combinan las desigualdades en educación, salud, empleo e ingresos, lo que resulta en grandes diferencias en los ingresos a lo largo de la vida entre los diferentes grupos. Sugiere una agenda de políticas para prevenir, mitigar y hacer frente a las desigualdades a lo largo de la vida, aprovechando las buenas prácticas de los países de la OCDE y en las economías emergentes.

Según el informe, las generaciones más jóvenes enfrentarán mayores riesgos de desigualdad en la vejez que los jubilados actuales. Además, con la disminución del tamaño de las familias, una mayor desigualdad en las vidas laborales y las reformas que han reducido las pensiones, algunos grupos enfrentarán un alto riesgo de pobreza.

De acuerdo al reporte, en promedio en los países de la OCDE, en 1980 había solo 20 personas de 65 años y más por cada 100 en edad de trabajar; para 2015, esta cifra había aumentado a 28 y para el año 2050 se prevé que casi se duplicará para llegar a 53. Muchas economías emergentes y de la OCDE están envejeciendo mucho más rápido. Al mismo tiempo, las desigualdades han ido aumentando de una generación a otra. Entre las personas que comienzan su vida laboral ahora la desigualdad será mucho más alta que la que existe entre los ancianos de hoy.

Los futuros ancianos estarán en situaciones más diversas: las personas vivirán más tiempo, pero habrá más desempleados en algún momento de su vida laboral y percibirán salarios bajos, mientras que otros habrán disfrutado de trayectorias de ingresos más altos y estables.

Las desigualdades en educación, salud, empleo e ingresos comienzan a acumularse desde edades tempranas, según el informe. En promedio para todos los países, un hombre de 25 años con educación universitaria puede esperar vivir casi 8 años más que su par de educación inferior; para las mujeres, la diferencia es de 4,6 años. En todas las edades, las personas con mala salud trabajan menos y ganan menos. En el transcurso de una carrera laboral, la mala salud reduce las ganancias de por vida de los hombres con bajo nivel de educación en un 33%, mientras que la pérdida es solo del 17% para los hombres de alto nivel educacional.

Los que tienen bajos ingresos tienden a tener una expectativa de vida más baja que los que ganan mucho y esto reduce aún más sus pensiones totales. Aumentar la edad de jubilación tiende a aumentar la desigualdad en las pensiones totales entre las personas con ingresos bajos y altos, pero el impacto es pequeño. Sin embargo, es probable que la desigualdad de género siga siendo importante en la vejez: los pagos anuales de pensiones a los mayores de 65 años son en promedio un 27% más bajos para las mujeres y la pobreza en la vejez es mucho más alta entre las mujeres que entre los hombres.

Los problemas de desigualdad en la vejez son aún más agudos en las economías emergentes y varios países, incluyendo Brasil, China e India, enfrentan un rápido envejecimiento en una etapa relativamente temprana de desarrollo, tienen desigualdades de salud más amplias que los países de la OCDE y una red de seguridad social menos efectiva.

Para abordar estos problemas, la OCDE dice que los países deberían adoptar un enfoque de ciclo de vida centrado en tres áreas:

  1. Prevenir la desigualdad antes de que se acumule con el tiempo. Las medidas deberían incluir proporcionar cuidado infantil de buena calidad y educación temprana, ayudar a los jóvenes desfavorecidos a trabajar y aumentar los gastos de salud en prevención para llegar a los grupos en riesgo.
  2. Mitigar las desigualdades. Los servicios de salud deberían pasar a un enfoque más centrado en el paciente y los servicios de empleo deberían impulsar los esfuerzos para ayudar a los desempleados a volver al trabajo, así como a eliminar las barreras para retener y contratar trabajadores mayores.
  3. Hacer frente a las desigualdades en edades más avanzadas. Las reformas a los sistemas de pensiones no pueden eliminar la desigualdad entre las personas mayores, pero pueden mitigarla. Las pensiones no contributivas o sociales bien diseñadas pueden limitar el impacto de las diferencias socioeconómicas en la esperanza de vida sobre las pensiones.
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