4 febrero, 2025
En esta NOTA destacamos:
Como se ha hecho notar en numerosas oportunidades, el desafío fundamental de largo plazo que tienen los sistemas de pensiones continúa siendo la entrega de pensiones que sean financiera y socialmente sostenibles. Para enfrentar este desafío y asegurar el cumplimiento de los objetivos de los sistemas de pensiones, es necesario realizar reformas a la estructura, integración y complementariedad de los programas de pensiones contributivos y no contributivos, así como actualizar periódicamente sus parámetros. Además, con estas reformas se debe adaptar los sistemas a la realidad y evolución de los mercados laborales y financieros.
Entre las reformas previsionales más relevantes registradas en los sistemas de pensiones durante las últimas décadas, están aquellas realizadas a los sistemas de reparto para enfrentar su insostenibilidad financiera de largo plazo. Los países que tienen este tipo de programas se han visto obligados a hacer continuos ajustes a las pensiones entregadas (a la baja), a las tasas de cotización y a las edades legales de pensión (al alza). A pesar de estas reformas, el gasto en pensiones y los déficits financieros de los sistemas de reparto continúan aumentando debido al envejecimiento de la población, generando que cada vez haya una menor cantidad de trabajadores activos que soporten a una cantidad creciente de personas en etapa pasiva. Por ello, los beneficios de los sistemas de reparto tenderán a disminuir, , lo que afectará }a las futuras generaciones.
Ante esta situación, los sistemas tradicionales de pensiones en Europa, basados primordialmente en programas de pensiones de reparto contributivo con beneficios definidos, están transitando en forma creciente hacia sistemas multi pilares de pensiones, diversificando así las fuentes de ingreso para la jubilación. En efecto, se observa un rol creciente de los programas privados de pensiones de cuentas individuales, tanto en los sistemas ocupacionales, obligatorios, cuasi obligatorios y voluntarios, con el propósito de complementar las pensiones decrecientes de los sistemas de reparto y resolver la falta de portabilidad de los ahorros acumulados. La misma tendencia se observa en los mejores sistemas de pensiones del mundo. Incluso países con posturas ideológicas afines a un rol predominante del Estado, como China y Bielorrusia, están estimulando el desarrollo de planes de ahorro individual con orientación de mercado. Inclusive, un país como Alemania, cuyo sistema de reparto es el de más larga data, ha decidido crear un fondo alimentado con recursos fiscales pero invertido en los mercados de capitales, confiando así en las rentabilidades que éstos generen para complementar las alicaídas pensiones de su sistema público.
Adicionalmente, muchos países con sistemas de reparto, en Europa y otras latitudes, han introducido mecanismos de ajuste automático de los parámetros de sus sistemas de pensiones. Dichos mecanismos buscan implementar cambios a los beneficios y a los parámetros de los sistemas de pensiones (tasa de cotización, edad legal de pensión) que permitan mejoras de largo plazo en equilibrio financiero o suficiencia de pensiones, en un proceso lo menos contaminado políticamente, fundado en argumentos técnicos (tales como el envejecimiento de la población a causa de menores tasas de fertilidad y mayores expectativas de vida, así como también las tendencias económicas y financieras).
El total de activos en los planes privados de ahorro para pensión en los países de la OCDE subió significativamente en las últimas dos décadas, desde 59,0% a 82,4% del PIB entre 2001 y 2023. Los tres países con los mejores sistemas de pensiones en el mundo son también aquellos que tienen un mayor nivel de activos acumulados en los planes privados de ahorro.
Además, los países europeos y de otras partes del mundo, incluida América Latina, están también reforzando los programas de reparto no contributivos (pilar “0” o “pensiones sociales”), dirigidos a los grupos de pensionados de menores ingresos, financiados con recursos del presupuesto público.
Por otra parte, la necesidad de aumentar la cobertura de los planes voluntarios de pensiones llevó a 14 países (EE.UU., Francia, Nueva Zelandia, Italia, Reino Unido, Canadá, Brasil, Turquía, Alemania, Lituania, Polonia, Gibraltar, Eslovaquia, Guernsey) a implementar el enrolamiento automático entre 1998 y 2024, a los cuales se sumará Irlanda en 2025. El caso de Estados Unidos cabe enfatizar que en los últimos años ha habido un gran crecimiento de los programas estatales de ahorro para pensiones con enrolamiento automático (Auto IRA), con bajas tasas de desafiliación (en promedio de 25%): a junio de 2024, 17 estados han aprobado dichos planes, logrando inscribir a 895 mil trabajadores de 217 mil empresas, ahorrado un total de activos por USD 1.557 millones. Esto ha llevado a proponer el Auto IRA a nivel país recientemente, para poder complementar las fuentes de ingreso para el retiro y evitar solo descansar en las pensiones que otorga el seguro social (sistema de reparto), cada vez más presionado financieramente a causa de la demografía.
Estas tendencias y experiencias internacionales muestran que la creación o fortalecimiento de los sistemas de reparto en América Latina iría en contrasentido con las reformas que se están implementando en el resto del mundo. Además, la propia realidad de nuestra región indica que los sistemas de reparto fracasaron y han sido regresivos y poco solidarios. El fortalecimiento de los programas de reparto contributivo y el debilitamiento de los sistemas de ahorro individual tendría también un efecto negativo sobre los programas de pensiones no contributivas, porque el ahorro individual ha permitido liberar recursos públicos que antes financiaban los déficits de los regímenes de reparto contributivos, los que pueden ser utilizados para fortalecer las pensiones no contributivas y otros programas sociales.
A continuación, se revisan con más detalle las principales tendencias y reformas a los sistemas de pensiones en el mundo, las que dan cuenta de las crecientes palancas de impulso para el fortalecimiento del ahorro y capitalización como pilares fundamentales para el financiamiento de las pensiones, generando sistemas de protección social robustos y resilientes.