En esta Nota se destaca que la brecha de pensión entre hombres y mujeres se produce por diferencias en las edades legales de pensión, expectativas de vida y condiciones del mercado laboral. La aplicación de tablas de mortalidad unisex reduciría esta brecha en forma limitada (pensión de mujeres aumentaría en un 4%, a costa de una reducción en la pensión de los hombres), pero además tendría efectos negativos inesperados:
- Las mujeres beneficiarias de pensión de sobrevivencia se verían perjudicadas por la disminución de las pensiones de los causantes hombres.
- Se podría perjudicar a los afiliados y pensionados de menores ingresos, que tienen menores expectativas de vida.
- Esto empobrecerá el producto de pensión, por una menor libertad de los nuevos pensionados para elegir modalidad, tipo de pensión y entidad oferente. Para que puedan implementarse las tablas unisex, habría que eliminar el retiro programado y restringir los tipos de renta vitalicia por los cuales pueden optar los afiliados que se pensionan.
- Mayores costos y riesgos para las compañías de seguros en la oferta de rentas vitalicias, lo que puede traducirse en aumentos de precios.
- Menor eficiencia económica, porque si las compañías no diferencian entre pensionados por distintos niveles de riesgo, se debilitan las señales e incentivos entregados a los ahorrantes y pensionados respecto a los niveles de protección que son más apropiados para ellos.
- El ahorro previsional voluntario de los hombres y su utilización para mejorar las pensiones sería desincentivado, por la transferencia de recursos hacia las mujeres.
Una propuesta alternativa a las tablas unisex, que corrige la brecha de pensión y evita las inequidades no deseadas que se generarían con las tablas unisex, consiste en entregar mensualmente un subsidio a la mujer equivalente a la diferencia entre el monto de la pensión calculado con tablas diferenciadas por género y aquel estimado con tablas unisex.