4 febrero, 2025
Los esfuerzos por lograr la sustentabilidad de los sistemas de pensiones son impopulares y enfrentan dificultades en el sistema político. Debido a esto, los países están optando por una solución que combina programas de ahorro voluntario (Estados Unidos, Australia), con pensiones basadas en transferencias financiadas con impuestos a la nómina (EE.UU.) o impuestos generales (Australia).
La mayoría de los países están reformando sus sistemas de pensiones, con un objetivo común. Se trata de ayudar a un número creciente de personas mayores que viven cada vez más años, con un sistema de pensiones que sea sostenible en el tiempo. Esto es clave ya que los sistemas de pensiones no solo deben atender a la generación actual sino también a las generaciones futuras. Si la solución a este objetivo descansa solo en impuestos a la nómina, el crecimiento de los beneficiarios requeriría impuestos crecientes en el tiempo, lo que ahogaría la capacidad del mercado laboral de crear empleos y/o generaría más informalidad laboral.
Muchos países recurren a deuda para el pago de pensiones, o se ven obligados a reducir o congelar los montos de beneficios. “De hecho, en el 2010 la deuda implícita (deuda del Estado de largo plazo por concepto de pago de pensiones) de Grecia era de 8,8 veces su PIB, Brasil 5 veces y Portugal 4,9 veces, por dar algunos ejemplos.
A su vez, el déficit fiscal anual promedio del sistema de reparto de países como Italia, Francia y Brasil será de 17%, 15% y 13% respectivamente. Es este fenómeno el que ha llevado a 79 países a aumentar la tasa de cotización, 62 aumentar la edad de retiro y 62 ajustar la fórmula de beneficios, o de plano disminuirlos. Dado el envejecimiento de la población, los sistemas de reparto no pueden cumplir la promesa de entregar un “beneficio definido”.
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