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8 marzo, 2018

Memoria Anual FIAP 2016/2017

La Memoria Institucional 2016-2017 da cuenta de las actividades realizadas por la Federación en el período comprendido entre junio de 2016 y octubre de 2017.

Palabras del Presidente FIAP, Guillermo Arthur

Hace ya más de tres décadas, se inició en Latinoamérica un profundo proceso de reforma a la seguridad social, para reemplazar los sistemas de reparto, que acusaban una profunda crisis, por un sistema de capitalización individual administrado por empresas privadas, que tenían una estricta regulación y supervisión del Estado. En los últimos años en Chile, país pionero en este proceso, se inició un proceso masivo de pago de pensiones, debido a que el sistema ya tenía más de 35 años de aplicación. El monto de las pensiones pagadas, por distintas razones que vamos a analizar, no ha respondido a las expectativas que tenían los afiliados, lo que dio origen a un movimiento de protestas, que han contaminado el debate en los demás países con sistemas de similares características.

El diagnóstico acerca de las razones por las cuales las pensiones no responden necesariamente a las expectativas de los trabajadores, es claro y es ampliamente compartido por todos. Las expectativas de vida al jubilar de los trabajadores han crecido desde la implantación del sistema en Chile en un 43,5% para los hombres y en un 32,2% para las mujeres. A su vez, la tasa de interés, a través de la cual se convierte el ahorro en pensión, era de un 6% al momento de implantarse la reforma y hoy es poco más de un 2%. Si sólo estas dos variables (expectativas de vida al jubilar y tasa de interés) se hubieran mantenido estables en el tiempo, las pensiones habrían sido el doble de lo que son hoy día. Sin embargo, y pese a tener claridad en estas materias, ninguno de los parámetros más importantes, la tasa de cotización y la edad de jubilación, se han cambiado en 35 años y tampoco lo han hecho ninguno de los países que tienen sistemas de pensiones similares.

A estos fenómenos, hay que agregar la informalidad, que en algunos países se empina sobre el 60%, y también el aumento de las remuneraciones, que muchas veces termina afectando la tasa de reemplazo, ya que el ahorro se hace a lo largo de la vida y, por lo tanto, la pensión no guarda necesariamente relación con la remuneración de los últimos años, sino con la remuneración promedio de toda la vida laboral del trabajador.

No obstante la claridad del diagnóstico y de sus principales soluciones, las que han surgido son demagógicas y cortoplacistas y prescinden de los graves efectos que ellas puedan tener para las generaciones futuras. Los alienta además que se puede identificar como responsables de esta situación, no al Estado, sino a los Administradores de Fondos de Pensiones, no obstante el éxito que ellos han tenido, que se manifiesta en las rentabilidades que en todos los países de Latinoamérica han dado a los trabajadores y que son superiores al 6% real por año; que han hecho una contribución real a la economía de los países superior al 7% del crecimiento del Producto Interno Bruto y que, por cierto, no les corresponde ninguna responsabilidad en las causas que explican los montos de las pensiones.

Un reciente estudio de Mercer señala que Chile, Colombia y México cuentan con los mejores y más sólidos sistemas de pensiones en el mundo. Sin embargo, hay quienes promueven como solución a estos problemas una vuelta a los sistemas de reparto, sea total o parcialmente, no obstante que la realidad demográfica hace insostenible su financiamiento en el mediano plazo, según no lo indican con claridad los países desarrollados, que llevan la delantera en los cambios demográficos.

Tomemos el caso de España, cuyas proyecciones señalan que en el 2047 se igualará el número de pensionados y de cotizantes. El aumento de la tasa de dependencia de los sistemas de reparto causado por los cambios demográficos antes señalados, ha hecho inviable su financiamiento, por lo cual entre 1995 y 2017, 55 países aumentaron la edad de jubilación, 76 aumentaron la tasa de cotización y 60 ajustaron la fórmula del beneficio. Pese a estos cambios paramétricos, el sistema de reparto no ha sido capaz de financiar las pensiones de los trabajadores, obligación que recayó finalmente sobre los gobiernos, afectando seriamente la sostenibilidad de los mismos. Es así que la deuda, como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), alcanzó en países como Portugal a 491%, en Italia al 364%, en Grecia al 900% y en España al 255%.

Otra de las soluciones populistas es la devolución de fondos, es decir, el retiro anticipado de los mismos, contraviniendo lo que es la esencia de un sistema previsional, que es postergar el consumo presente para tener después una vejez más tranquila con los ahorros efectuados. Esta experiencia ya se conoció en el Reino Unido, donde las rentas vitalicias y los demás productos previsionales cayeron en un 80%. La vemos ahora en Perú, donde se aprobó una ley en que se autoriza el retiro del 95,5% del fondo ahorrado por los trabajadores, con el resultado que el 95% de los ahorros fue retirado y sólo el 1% fue invertido en algún producto previsional.

Creo finalmente que la situación que se vivió en Chile debe tomarse en forma positiva, como una advertencia para empujar aquellos cambios que requieren los sistemas para ofrecer una mejor pensión a sus trabajadores. Winston Churchill decía que los políticos se convierten en estadistas cuando comienzan a pensar en las futuras generaciones más que en las próximas elecciones.

La experiencia chilena debe sacudir nuestra pasividad y darnos la fuerza para trabajar en los cambios que requiere el sistema, en los cuales hay un consenso técnico, destacando que no podemos postergar una adecuación automática de los parámetros, un aumento en la tasa de cotización y en la edad de jubilación, acorde al aumento de las expectativas de vida; impulsar decididamente el ahorro previsional voluntario, tomando ejemplos de países desarrollados que han establecido mecanismos como el matching contribution, el enrolamiento y escalamiento automáticos, y otros. Aumentar también las rentabilidades de largo plazo de los fondos de pensiones, a través de la inversión en activos alternativos, accediendo a nuevos instrumentos en sectores económicos en que tradicionalmente no han estado presente los fondos de pensiones, y al premio por liquidez que éstos tienen, dándole la oportunidad de invertir en activos que presentan una baja correlación con los activos tradicionales. Es fundamental también establecer que los fondos de pensiones tienen como única finalidad financiar las pensiones de los trabajadores, evitando cualquier contaminación con otro propósito, como hemos visto en algunos países, y ampliar las modalidades de pensión. Finalmente, es necesario establecer con cargo a las finanzas públicas un pilar solidario que permita financiar las pensiones de los sectores más pobres y vulnerables que no han podido tener un ahorro sostenido a lo largo de su vida.

A través de seminarios, mesas redondas y estudios técnicos, que realizamos en forma permanente en nuestra Federación, hemos querido contribuir al debate previsional, poniendo en el centro aquellos aspectos que buscan una solución al problema de las pensiones en forma sustentable, conscientes de la magnitud del desafío que enfrentamos.

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