1 julio, 2024
La reforma del sistema público de pensiones es inaplazable. El modelo, con la estructura actual, se asoma a un abismo económico. En 2019, su déficit estructural ya era equivalente al 1,5% del PIB o, lo que es lo mismo, a unos 1.000 euros por cotizante a la Seguridad Social. Y las previsiones apuntan a que este déficit se va a multiplicar por cuatro, hasta ponerse en el 6% del PIB.
Sin embargo, los cambios deben hacerse en el sistema de reparto, es decir, en las pensiones públicas. Las otras patas del sistema necesitan ser reformuladas para potenciar la capacidad de ahorro de los españoles de cara a su jubilación. De hecho, las voces más autorizadas en este campo, reunidas en el I Observatorio de las Finanzas de Invertia, están de acuerdo en que la supervivencia y sostenibilidad de las pensiones públicas pasa por incentivar los planes colectivos e individuales privados.
Cabe recordar que el sistema de previsión social y de pensiones se basa en tres pilares: la Seguridad Social, los planes colectivos promovidos por las empresas y los planes individuales que los ciudadanos contratan con su entidad financiera o compañía de seguros. Los dos últimos son los que no se han logrado desarrollar.
Así lo ve Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico del BBVA Research. “Hasta ahora, no había necesidad de desarrollar el segundo y el tercer pilar porque la tasa de sustitución de la pensión pública era muy alta, por eso están infradesarrollados. Pero ahora la tasa de sustitución va a ser menor, y vamos con retraso respecto a otros países europeos y desarrollados en el desarrollo de los otros pilares”.
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