5 noviembre, 2024
“¡Jubílese hoy! Nueva moratoria. Pague después. Con o sin aportes”. La frase está en un aviso publicado en un semanario local por un estudio jurídico de una ciudad del interior del país. El mensaje extendido desde hace ya bastante tiempo de que para jubilarse no hace falta haber contribuido al régimen se da de frente con el concepto de “previsión”, el vocablo usado para definir un sistema jubilatorio. Prever, enuncia la Real Academia Española, es “disponer o preparar medios contra futuras contingencias”. En la previsión social, se trata del aporte de fondos en la etapa activa de la vida para percibir ingresos a partir del momento en que, por edad o por salud, se deja de trabajar. El “jubílese hoy y pague después” invierte el sentido.
El 65% de las jubilaciones que paga el sistema gestionado por la Anses necesitó de una moratoria. Es decir, quienes las cobran llegaron a la edad de retiro sin cumplir con el requisito fijado por ley de contar con 30 años de aportes. Que una medida de naturaleza excepcional, que se renueva en diferentes versiones y generando en el camino casos de inequidad, se extienda ya casi por dos décadas y sea la principal vía de acceso para las prestaciones, es una luz de alerta prendida en el principal régimen previsional de la Argentina.
Detrás del dato mencionado en el párrafo anterior, que surge del boletín estadístico de la Secretaría de Seguridad Social, hay al menos dos realidades que merecen atención: una es la alta informalidad y, muchas veces, la intermitencia en las trayectorias laborales (más de la mitad de quienes trabajan hoy no tiene aportes); la otra es la vigencia de una ley rígida en sus requisitos para acceder a las prestaciones que, por ejemplo, no contempla haberes proporcionales para quienes registran aportes, pero sin llegar a los 30 años.
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